Monday, March 30, 2009

Las noches mosquiteras o por qué sufrimos tanto cuando hay mosquitos

En el cuarto de Adrían está su cama pegada a la ventana, del lado derecho de la cama hay un pequeño taburete donde pone su dentadura, fuera de un vaso, sobre su libro de cabecera, junto a sus lentes y bajo una lámpara que usa para leer en las noches algún tratado psicológico que aniquile el insomnio.

Encima del paladar del septuagenario caballero, en las noches, el club de los Chupasangre se reúne a darse sus tragos en la barra con forma de brazos. Decidieron picar al pobre anciano por su refinado gusto culinario que se vuelve ambrosía rojo para los mosquitos.

Una noche, como cualquiera otra, el club se reunió y todos tomaron de los brazos del pobre viejo, dándole comezón dos o tres horas después. Aquella noche llegó el “Mustio”. Triste porque su esposa acababa de morir; Golosa había seguido a una gorda al teatro y se dio un manjar tremendo, tal, que dejó de ver bien y decidió ir a dormir. En tal estado se hallaba que no vio el final de la obra y antes de morir vio su reflejo en un anillo ancho en un dedo. Murió en aplausos. Él enviudó. Estaba borracho, había ido a una cantina y había tomado sangre del más pobre de los choferes para tener la peor mezcla.

Los mosquitos se habían divertido zumbando por los oídos del anciano y viendo cómo éste perdía su sueño. Se regocijaban mientras pasaban, uno a uno, a despertarlo cuando creía por fin conciliar el sueño. Había una apuesta: evitar que durmiera hasta que no empezara a rascarse los brazos que sería la hora en la que tendría que despertarse para el día siguiente. Como era verano al viejo le costaba dormir y los moscos sólo recordaban la temperatura del clima.

Triste, Mustio dobló la apuesta para impresionar a las damas que, desde el marco de la ventana, veían al más valiente de los zánganos. Dijo que él solo podría mantener al viejo en vigilia y además hacer el truco que le había ganado, hace tantos años, su apodo. Nadie lo creyó posible así que todos apostaron dejarle el manjar de la aorta. Mustio logró cumplir casi todo el tiempo restante antes de que la comezón empezara. Cuando faltaban dos minutos, el valiente mosquito comenzó su hazaña: cual ráfaga iba de una a otra oreja por encima de las cejas. El viejo se desesperaba y comenzaba a pegarse en las orejas sin darle al insomnio con alas. Los aplausos no se hicieron esperar y los zumbidos de las damas no se quedaron atrás. Se emocionó tanto por olvidar a su hembra que no paró y hasta subió la velocidad y el anciano hizo lo mismo.

Fue en ese momento cuando el movimiento de las manos creó una onda que mandó a Mustio volando hacia el pecho sudado del viejo. Cayó sobre una gota de sudor cuya consistencia y hedor mezclados con el licor no le permitieron mover sus alas. En su mareo y náusea intentó huir y no vio aquel vello canoso que lo atrapó…

No hubo escapatoria a la mano izquierda.

Monday, March 23, 2009

El letrero de salida

Te escribo esta carta para narrarte tu vida porque no la viste, te cegaba el egoísmo. En tus ladrillos murales cuelgan cuadros y en los míos rasguños; tus puertas son para evitar el frío y al ajeno, las mías dejan al frío pasar pero no a mí. Yo estoy en la cárcel y crees que es por amor. Y yo que vi el letrero de salida.

Mis noches se volvieron la ambientación perfecta para mis lamentos que, ante la luz de la lámpara que coloreaba el cuarto de amarillo, no te dejaban ver las lágrimas que hacían ácido mi té y combustían con mis entrañas que ardían de odio y arrepentiemiento. Nunca escuché a quienes se interesaron por mí porque no los veía atrás de la viga más tóxica: tú. Nunca vi el verdadero significado de cuando rompiste la foto de la boda que fundó mi familia y tu discurso: "si quieres estar conmigo, ellos están muertos". Jamás entendí que los callabas por miedo a que sus palabras me abrieran los ojos que tanto odias ver por ser idénticos a los de mi madre y diario te recuerdan que esa señora siempre te quiso lejos de mí. Así te quería mi madre.

Cuando rompiste mi foto y la arruiné con lágrimas, la secaste con las llamas de la estufa simbolizando "la dulce y bella nueva vida". ¡Cuánto me alejaste de Dios! Vi que después de mi vida siguió mi muerte; si no me crees recuerda aquella noche y véme ahora dormir amarrado a las puertas de la celda, nos llaman las gárgolas y así permanezco muerto.

Aquella noche, la última, me pediste que asaltara esa tienda en la que, según tú, había dinero tuyo. Cuando realmente tu dinero seguía bajo el colchón y me habías vendido como chivo expiatorio para los problemas del hijo de puta que en adelante tomaría lo que en el altar juraste mío para siempre. ¿Realmente crees que nunca vi lo que hacías? ¿Crees que no olía la cama a su sudor? ¿Crees realmente que alguien toque en la puerta de su propia casa sólo para hacer un broma y dejar a los adúlteros arreglarse? Esa noche, en aquella tienda brillaba el letrero de salida en el pasillo de la entrada. Me emocioné al verlo porque creí que era un símbolo: era la salida a nuestros problemas, la salida de nuestras peleas, de tus rencores y disculpas sin corazón. Cuando entró la policía los muy desgraciados se divirtieron pegándome y en mi defensa aventé una botella que rompió el letrero de salida. Eso fue lo último que vi antes de cubrir mi cara con mis manos rotas por macanas y fue cuando entendí la ironía de la vida: yo mismo había evitado mi salida.

Así me dejas ahora, y te cuento tu vida porque vives en el sueño de la vanagloria que mantiene tus ojos cerrados. Pronto los abrirás. Uno de las gárgolas que duerme junto a mí resulta ser mi hermano de otra madre y se siente Edmundo Dantés. Cobrará lo que no puedo de ti y ese cabrón.

Te cuento tu vida porque quiero que la veas mientras se funde tu letrero de salida.

Tuesday, March 17, 2009

Feliz día de San Patricio


Soy de corazón irlandés porque me gusta la cerveza, bailar, la música folclórica, soy católico, estoy cerca de un país imperialista que ha controlado gran parte de la historia de mi país al cual le tengo una especie de odio-amor, se me ve bien el verde (ajá), me gusta mucho la cerveza y creo en encontrar el "pot of gold" para solucionar mi vida (en México se llama melate).

A ti, Puta.

El suicidio, en mi caso, ocurre diario desde que te conocí. Hasta hoy. Escogí asfixiarme para al menos poder ver el mundo que nunca hice a mi manera y siempre creí poseer. Me pongo una corbata para lograrlo y ahogarme en mi cubículo. Sólo espero las dos y las seis de la tarde para huir donde me pierdo en un estacionamiento de dos horas y ruego no volver para oír lloriqueos y quejas. Todo es tu culpa. Tu padre me empleó y era bueno hasta que el idiota perdió todo en una mala inversión. Ahora me hacen trabajar.

Creía en la libertad de mi alma como fuente de un eterno escape repetido al infinito y llegaste tú, enamorada de mí y mi aliento a mierda. Te advertí que no me interesaba nada y creíste encontrar un corazón con luz. De cualquier forma bañamos nuestros cuerpos en sudor y nos cagaste nueve meses más tarde. Desde ese día, puta, me siento profeta. Puedo ver cada día de esta vida porque cada uno está igual que el anterior.

El vicodin, el valium, el alcohol y el tabaco me han liberado de ti y la pequeña puta con tu nombre y el de tu madre. Las más grandes de las putas. Su cara, llena de arrugas y tu juventud sólo muestran cómo las estadísticas de los condones rotos son ciertas. ¡Carajo! Ni siquiera se ve que te haya amamantado. En tu soledad me fuiste a buscar, estaba en mi cueva viendo sombras ególatras y vanagloriosas, a ver si tenía tetas que chupar.

Mi voz es baja y nadie me oye porque mi garganta se secó por todos los gritos que me robaste. Ahora sólo soy la sombra que trae cafés y vaga por la ciudad esperando que un día mis vicios me maten. Lo peor de todo es que, cual parásitos, vivimos porque el otro sigue en este mundo. Pero hasta aquí llegué, Puta, que es tu nombre. Prostituiste mis sueños por tus esperanzas, robaste mi vida por traer otra al mundo. Me jodiste mientras en el hospital sonreías. No te odio porque nunca te amé. Simplemente me das asco.

Con esta corbata que me regalaste el primer día de trabajo y la camisa que me aprieta el cuello saltará la vena de mi frente mientras busco ver negro.

Hasta aquí. Adios.

Sunday, March 08, 2009

Catolicismo light


Entre Böll (Opiniones de un payaso) y una nueva reflexión, llegó Banksy.

Tuesday, March 03, 2009

El suicidio

En una tienda...

- Buenas tardes, joven, dígame ¿dónde tiene las cuerdas?
- Por acá, por favor.
Lo sigue por tres pasillos y el empleado pregunta: ¿Para qué es la cuerda?
- Para un suicidio.
- ¡Qué!
- ¡Ah, ya sabe! Cuando la gente se asesina a sí misma.
- P-P-Pero, señor, usted...
- ¡Ah, no, calma! No es para mí. Es para mi hermano.
- ¿Su hermano? No pensará usted en...
- ¿Ayudarlo? ¿A mi hermano? Pues claro, para eso estamos los hermanos. Dijo que ya tuvo suficiente y le quería llegar. Le voy a ayudar.
- No puede hacer eso. Es...
- ¿A usted que fregados le importa? Ni lo conoce y tampoco es que lo vea de Madre Teresa ayudando a los pobres que tardan y sufren más para morir. Que le importa mi hermano. Debería de agradecerle, si se muere hay más recursos y menos contaminación.
- Señor, no puede usted ver a su hermano así, ni la vida, ni la muerte. Son temas trascendentales.
-Calma, calma. Ah, y por si fuera poco, un trabajo mejor pagado que el suyo. Si gusta le doy la dirección y usted va pasado mañana a solicitar la vacante.
- ¡Señor! ¿Qué dice? De esa forma, el suicidio como persona será suyo. ¿Cómo puede pensar así? Un segundo... Dice usted... ¿Un trabajo mejor pagado?
- Entonces, ¿qué cuerda?
- La de la derecha. ¿Qué dirección?