Saturday, April 25, 2009

Farmacias Parecidas o El amor en tiempos de la Influenza

Había una vez, en la ciudad más grande del mundo, con mayor sobrepoblación, contaminación, inversión térmica, pésima infraestructura, vialidad caótica, subracismo, odio, apatía, desgracia, pobreza, inseguridad, falta de recursos, cortes de agua y luz, construcciones por toda la ciudad de manera simultánea, hambruna, niños pobres, narcotráfico, smog, separación ideológica, valemadrismo, narcocasas, neurosis colectiva, paranoia, chauvinismo, la ley del más fuerte, la jungla de asfalto, taxis piratas, secuestros express, policía corrupta, franeleros con poder absoluto, extorsión, chantaje, burocracia engorrosa, confusión, enojo, amargura, tráfico impredecible, 30 minutos en 3 en kilómetros, pánico, manifestaciones, imbéciles y tantas desgracias más que era impensable algo más. Hasta que llegó la crisis económica. Fue entonces cuando un malvado empresario pensó en la mejor forma de lucrar y tomar el poder absoluto de la ciudad y del país. Lo único en lo que la gente gastaría, sería su propia salud.
El empresario maléfico desarrolló un virus capaz de agravar todas las cualidades de la ciudad y un buen día lo soltó para que se esparciera. Las familias apanicadas comenzaron a comprar tapabocas para cuidarse y la neurosis evitó el contacto y la comunicación creando así mayor inseguridad y psicosis urbana. Ni siquiera se les permitía ir a los partidos de futból por miedo al contagio; quitar el opio del pueblo sólo empeoró las cosas. Poco a poco la gente comenzó a recurrir a las farmacias y doctores de todo tipo. Pero sobre todo compraban la vacuna contra el virus letal.
El empresario había querido ser líder político hacía unos años, pero todo falló. Así que decidió ganar más dinero con el virus que ahora había creado. Pero ahora no fallaría, si se volvía el héroe del pueblo controlaría el país de pies a cabeza.
Su nombre: Víctor Torres González. El dueño de las Farmacias Parecidas...

En esa ciudad había una pareja de jóvenes que creían que la democracia y su voto eran la solución para los problemas del país y su ciudad.

Wednesday, April 22, 2009

Seis paredes

Me gusta mucho mi nueva casa. Aunque no así mis vecinos. Dicen que soy poco higiénico. Es cierto, pero ¿quién se querría lavar la cabeza si cuando lo hace oye voces que, en un principio, contaban chistes y ahora no dejan de molestar?
Ya desarrollé piojos en la cabeza pero no oigo voces.

Ya me mudaron. Ya me bañan pero sigo oyendo las voces, desgraciados. Les dije que el manicomio y la higiene no eran la respuesta. El hongo que se filtraba en el drenaje me hizo esto, no lo agradezco todo, pero me divierto cuando me deja alucinar paisajes y personas.

Ahora es esperar a "curarme". ¿Para qué curarme? La gente se queja de su vida cotidiana y de hacer siempre lo mismo, son como profetas porque viven 7 días iguales cada semana. Yo conseguí librarme de eso por honestidad; de chico me regañaban por mentir y de grande por honesto.
-¿Cómo pudiste hacer eso?
-Pero si es la verdad, merece saberla. Es por su bien.
-¿Y qué? Igual no se hace.

Yo me alejé de esa vida para cada día vivir una aventura, un mundo nuevo y ¿qué ocurrió? Nada. La sociedad me envidia y me quiere curar. Al menos me liberé de la esclavitud mental. Ojetes, déjenme en paz. Nadie quiere esa vida y yo que lo logro soy alejado de todos como si tuviera un secreto de estado. Pues tengo un secreto y es para vivir y no sólo existir. Quien guste, dígame. Todos buscamos ver algo nuevo en lo cotidiano, hay quien sabe cómo hacerlo bien y otros que no sabemos si estamos bien o no.

Para AC/DP.