El furor de la temporada

Hay un cierto espíritu, un cierto ánimo en el aire, de fraternidad y caridad. Qué bueno es que al menos nos caiga en algún punto del año.
Los propósitos de año nuevo son buenos, sí. Pero son más plausibles los que diariamente estamos cumpliendo, esa lucha diaria de verdad logra cambios en nosotros, cuando estamos concientes del mal o del error que estamos cometiendo y nos esforzamos por cambiar. Esa es la lucha que más nos cuesta y la más valiosa. Hay un cierto espíritu en el aire, pero ¿qué nos los provoca? No sé. Pero debemos de procurar tener ese espíritu por todo el año, para cada día, para así mejorar. De verdad vale la pena disfrutar esta época y, si es posible, agarrar parte del impulso y llevárnoslo para todo el año, no como inercia, sino como idea. Como propósito, como recuerdo de la chispa que empezó el incendio para buscar un cambio. Qué triste es olvidar esa parte, esa motivación que una noche no nos permitió dormir. Pero qué bueno es tener voluntad.

Recordemos para el próximo año al amor. El bueno, el que se esfuerza por encontrar el bien ajeno, de verdad. El que dice la verdad a la cara, sin faltar a la caridad. El amor que busca nuestro propio cambio, no el amor egoísta. El amor que busca el cambio del otro, para su bien y no para el agrado propio o de la gente.