Estás en un cuarto y sabes que tienes las llaves en las manos, las llaves que pueden abrir las puertas del cementerio en el que tú mismo te has encerrado. Te creíste tu propio juez, tu propia conciencia y te traicionaste porque en ti no hay nada más que tú. Estás encerrado y buscas una explicación, rasgas tu cara con las uñas sucias que has cargado los últimos meses, uñas que te rasguñan y algunas cicatrices te han dejado como memorias en la cara. De tu boca suena una voz muerta, ahogada en escoria y rencor durante los años. Alrededor de ti no muy lejos, a unos pasos, ya ves cómo la oscuridad estorba para mover el pie sin que por la espalda trepe el miedo, frío y espinoso. Creíste que la supervivencia estaba a tus manos, y sí, pero la confundiste con la salvación, ¡necio! Se te avisó de tu error, egoísta, como todo tú. Intenta perdonarte para que en tus hermanos encuentres consuelo. Si quieres las llaves, deja de pensar en ti. Si no, no sales.
2 comments:
WOW...Además de filósofo, buen escritor. ¡Gracias por compartir!
Me ha gustado mucho lo que leí. !Felicidades!
Saludos,
Mariana LJZ.
Interesante... algún tipo de desahogo???
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